Salinas Pliego: el derrumbe de un narcisista barbaján y cerril

0

Las cosas por su nombre

Por Ramón Alfonso Sallard

Como suele ocurrir con todos los abusadores, el presunto libertario resultó balín. No aguantó la respuesta colectiva. “Quiere llorar”, se burlan sus malquerientes. De hecho, ya lo hace diariamente en redes sociales y en los programas de noticias y chismes de “su” televisora (recordemos que es una concesión del Estado), donde ha asumido sin pudor el papel de plañidera.
Ricardo Salinas Pliego ha demostrado nula tolerancia al disenso, pues suele bloquear a quienes lo contradicen. Sin embargo, lo que de plano le resultó insoportable fue que activistas de la 4T en redes sociales, como la Catrina Norteña, promuevan entre cuentahabientes de Banco Azteca el retiro de su dinero para pasarlo al Banco del Bienestar.
Al parecer, la respuesta ha sido masiva, fortaleciendo la sospecha de quiebra de la institución bancaria. Tal sería la razón de amenazar a diestra y siniestra con acciones legales a todo aquel que responda a sus improperios.
Es decir, cuando la excrementicia presencia de Salinas Pliego en redes sociales afectó su bolsillo, entonces ya no le pareció divertido insultar, ofender, degradar y discriminar a periodistas, funcionarios, políticos y ciudadanos comunes.
Para expresarlo en sus propios términos machistas y misóginos: el valentón se acobardó. El gallo resultó gallina. Se rajó. Para mayor precisión: rajarse alude a la vagina y a la supuesta poca valentía femenina (nada más falso). Lo paradójico es que fue una joven activista la que vulneró el centro de gravedad del empresario, al punto de exhibirlo como un gigante con pies de barro. Por su ego exacerbado, debe ser terrible para él. He ahí que le atribuya al vocero presidencial la autoría intelectual de la campaña.
Señalar a Jesús Ramírez Cuevas significa, en los hechos, dar marcha atrás. Recular. Dicho en términos beisboleros: “pa’ trás los filders”. Ya no es AMLO el responsable de afectar sus negocios, sino su vocero, seguramente sin conocimiento de su jefe. ¿Cómo es el dicho? “El miedo no anda en burro” o algo así. Y vaya que el tabasqueño tiene la mano pesada, aunque no hable de corrido.
Lo que ocurre es que Salinas Pliego traspasó desde hace tiempo una línea roja al amenazar públicamente al presidente de la República con revelar oscuros secretos sobre él. López Obrador lo retó a que lo hiciera y también lo urgió a pagar lo que debe al fisco, que es muchísimo (la cifra asciende a más de 26 mil millones de pesos, sin contar actualizaciones, multas y recargos). No ha hecho ni una cosa ni la otra.
Como el empresario ha invertido tanto tiempo, dinero y asesores en evadir sus obligaciones fiscales, un fallo judicial en ese sentido, seguido de un embargo de bienes por parte de Hacienda, podrían llevarlo a la quiebra. No hay que olvidar que el sujeto no pudo pagar a sus acreedores estadounidenses, recientemente, un simple adeudo cercano a los 500 millones de dólares, a pesar de presumir una cuantiosa fortuna tasada en varios miles de millones de dólares.
En otras palabras, el castillo de naipes se le puede caer a causa de una pifia estratégica descomunal –amenazar públicamente al presidente—, seguida de otro error táctico igualmente absurdo: ponerse a pelear con miles de activistas de la 4T que no temen confrontarlo en redes sociales ni en tribunales (las razones de estos yerros monumentales son tema de otra columna).
Lo cierto es que un propietario como él tiene que proteger lo que posee, mientras que millones de desposeídos a los que agravió de manera directa e indirecta, lo único que podrían perder es su acceso a “los pagos chiquitos” que ofrece y que, en realidad, son una modalidad de usura constitucionalmente prohibida. El punto vulnerable de Salinas Pliego ha quedado evidenciado, y justo ahí, en sus posesiones, es donde le pegaron y donde lo seguirán golpeando. Porque, al responder con amenazas de demandas masivas, lo único que demostró es el tamaño de su miedo.
Los problemas de este truhan de manual pueden ser todavía mayores por una razón: salvo sus empleados mediáticos, sus abogados y los trols contratados en redes, no tiene quién lo defienda. No concita la solidaridad gremial de los suyos, porque también ha ultrajado con sus majaderías y agandalles a otros empresarios. Al contrario: sus competidores ya olieron la sangre y, como buenos depredadores que son, se aprestan a destazar a mordiscos al animal.
Mi hipótesis es que estamos presenciando en tiempo real –como si fuera uno de los reality shows que transmite su televisora– el derrumbe personal de un narcisista barbaján y cerril que quiso emular al protagonista de la novela de Irving Wallace, “El todopoderoso”, y que, al igual que aquel personaje, termina autodestruyéndose por sus excesos.

#PuntoMedio #Opinion #SalinasPliego #RamonSallard #FyP #Reciente

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *